Stavanger tiene 170 mil habitantes. Es una ciudad pequeña pero muy agradable y como todas las de este país, limpias y bien organizadas. Llegada el domingo a plena lluvia. Las calles vacías, así como los bares y restaurantes. Aquí, como en Barcelona, la gente se larga el fin de semana hacia el campo.
En el hotel una recepcionista nos habla en castellano… que alivio. Había ido a Barcelona para estudiar el castellano y después de tres años decidió largarse para Madrid ya que debido al catalán no aprendía el castellano. Lo cierto es que en Madrid se pasó diez años. Ahora había planeado comprarse un piso allá y esperaba volver pronto, especialmente por la comida. Aquí, y después de probar España, la comida era fatal y, definitivamente se iría a España.
Dos días después de estar en Stavanger y habiendo dado mil vueltas en coche y a pie me doy cuenta que la ciudad no tiene semáforos… no me lo puedo creer, pero era cierto. Otro paseo por el centro y las rotondas y efectivamente no había semáforos. Lo cierto es que cuando quieres atravesar la calle los automovilistas paran automáticamente para darte paso; quizás por eso no te das cuenta de que en la ciudad no hay semáforos tanto en el centro como alrededores.
También aquí abundan las casas de madera, más bien casi todas son de madera, inclusive en el centro de la ciudad y los barrios nuevos suelen ser edificios bajos – 4 o cinco pisos – de estética muy agradable y con sendos parques. La ciudad es muy tranquila y otra cosa chocante para los que venimos de Barcelona Mataró era el hecho de que los animales no temen a las personas; los gorriones te vienen a la mano y no se van cuando te acercas, lo mismo con patos, gansos, cabras y vacas…
Con tanta vaca y tanta oveja cabría pensar que aquí abunda el buen queso y los súper filetes, pero no… ni en los restaurantes ni en los súper… cuando ves carne o pescado viene cortadito en trocitos en tapers de plástico… quizás en los hoteles de alto copete o similares, pero por donde circulan los “pobres” no se ven…y respecto a los quesos, al menos en el súper , no se ve la variedad que hay en los nuestros.
El barrio antiguo está compuesto por sendas casas de madera, llenas de terrazas con las respectivas mantitas. Sin duda julio y agosto serán un hervidero de personas…pero por ahora prácticamente vacío y es un placer voltear por aquí…
Comprando con España las tiendas no son lo que se en Barcelona o Mataró sino más bien tiendas tipo de pueblo… no me extraña que se chiflen cuando van a España. Salí sin el polar y hace frio, así que me compraria un jersey, pero aquí todo es ropa de verano, aunque los mismos noruegos van todavía abrigados. En Interesport un jaquet que en España no vale más de 50€ aquí son 200… así que nada, aguantar el frio hasta volver al hotel.
Al día siguiente toma la ruta de las islas. También aquí puedes atravesar varias ya que están interconectados por túneles y puentes. Realmente aquí los túneles son enormemente largos…
De Stavanger paso por la isla Mosteroy, luego Rennesoy y Finnoy hasta Judaberg. Atraviesas varios túneles, pero el viaje por las islas es muy agradable; entre otros tienes la oportunidad de ver como son el campo y las granjas en esta zona… como el resto del país, un jardín solo que aquí abundan los prados con vacas ovejas o cabras. Cuando te ven se te quedan mirando como si viesen un extraterrestre y se las llamas vienen. Creo que será debido a que los turistas les dan de comer…
Se les ve muy felices, tumbadas en el césped con un aire muy relajado. Sin duda aquí viven los animales de granja más felices del mundo.
Pero aquí no conocen nuestra ley de costas o el acceso libre a la costa… toda la costa de las islas es propiedad privada y las alambradas van hasta el mismísimo mar. Así que si quieres salirte de la carretera para tocar el mar no lo puedes hacer… En Mosteroy hay un monasterio muy bonito y varias casas de “Pagés”. Al pasar la cerca de una para hacer una foto una maestra que iba acompañada de alumnos en seguida advirtió que el paso de la cerca estaba abierto solo para ellos … así que fuera los turistas…
En una de las islas vi algunos invernaderos; resultó que en esta isla producían tomates y fresas. Inclusive celebran el día del tomate.

En plena calle un estanco de tomates; tomabas los tomates y dejabas el dinero en la caja solo que no había precio; por más vueltas que di a la caja y pese a necesitar tomates el precio no apareció por ninguna parte. Así que, fuera tomatitos noruegos…